Israeli hi-tech
Por Nativia Samuelsen

En el corazón de Israel, en medio de la incertidumbre del conflicto circundante, la Embajada Cristiana Internacional de Jerusalén sigue apoyando proyectos de ayuda social que miran más allá de la guerra, hacia la construcción de un futuro mejor para todo el pueblo de Israel. Uno de estos proyectos pretende garantizar que todo Israel se beneficie de su reconocida condición de “Start-Up Nation” salvando la brecha tecnológica que amenaza con dejar atrás a los sectores más vulnerables del país.

Israel ocupó recientemente el puesto número 10 en el Índice Global de Innovación 2023, en gran parte gracias a un próspero ecosistema tecnológico con más de 6.000 startups, uno de los más altos per cápita del mundo. El sector tecnológico del país se apoya en una mano de obra altamente cualificada, con más de 11.000 profesionales y alrededor del 20% de la población activa dedicada a funciones de alta tecnología. Solo en 2023, las startups israelíes obtuvieron más de 8.000 millones de dólares en financiación, lo que refleja la constante y fuerte inversión y crecimiento del sector.

A pesar de ello, una parte significativa de la sociedad israelí sigue desconectada de la oleada de innovación. Sorprendentemente, el 25% de los israelíes son analfabetos tecnológicos debido a barreras culturales y financieras. La asombrosa cifra de 375.000 niños israelíes no tienen acceso a un ordenador en casa, y esta carencia es más frecuente entre las familias judías y árabes más pobres. Por ello, la Embajada Cristiana patrocina un programa que pretende cerrar esta brecha social haciendo que los conocimientos de alta tecnología sean más accesibles para todos, independientemente de su origen o circunstancias.

El programa del Ramot Social Computer Lab se centra en ofrecer formación informática y tecnológica a niños y jóvenes judíos y árabes en situación de riesgo, demandantes de empleo, personas con discapacidad y ancianos. El objetivo es capacitar a estas personas y ofrecerles oportunidades educativas y profesionales que fomenten la movilidad y la integración social.

La iniciativa consiste en reciclar y renovar ordenadores, que luego se distribuyen a familias desfavorecidas, abriendo así las puertas del mundo digital a quienes han quedado rezagados.

La aparición de la pandemia de COVID-19 hace cinco años puso de manifiesto la urgente necesidad de disponer de mejores herramientas y conocimientos tecnológicos en el trabajo y en la escuela. Para muchos, la falta de ordenadores en casa y de experiencia con los ordenadores en la escuela significaba retrasarse aún más en las clases o perder el acceso a servicios en línea esenciales. La demanda de ordenadores se disparó, y las listas de espera se alargaron a medida que las familias se esforzaban por seguir el ritmo de las nuevas exigencias digitales.

En respuesta, se intensificaron los esfuerzos para reacondicionar y distribuir ordenadores antiguos a los necesitados. Los voluntarios, incluidos jóvenes en situación de riesgo y miembros del servicio nacional discapacitados, han desempeñado un papel crucial en este proceso. Muchos de ellos han adquirido una valiosa formación en reparación de ordenadores y, al mismo tiempo, han ayudado a suministrar más ordenadores a niños y familias necesitadas.

Por ejemplo, el programa recicló la impresionante cifra de 7,5 toneladas de equipos electrónicos en 2023, incluidos más de 6.500 kilos de equipos informáticos y 1.305 kilos de ordenadores. Eso equivalía a un montón de discos duros, memorias flash, teclados y cables. El programa también proporcionó 261 ordenadores reparados a familias necesitadas. A finales de ese mismo año, el proyecto también suministró otros 100 ordenadores portátiles y de sobremesa reacondicionados a familias evacuadas apresuradamente de las zonas de Gaza y la frontera norte tras los atentados terroristas masivos del 7 de octubre. Por último, el proyecto impartió formación a 60 voluntarios y participantes en cursos, entre ellos jóvenes en situación de riesgo y con necesidades especiales, que contribuyeron al suministro constante de ordenadores reparados.

A pesar del conflicto en curso en Israel, el ICEJ se ha mantenido firme en su apoyo a este proyecto vital. No cabe duda de que la guerra ha agravado los problemas a los que se enfrentan las poblaciones vulnerables, pero también ha subrayado la importancia de seguir esforzándonos por colmar las lagunas sociales que existen en este país. Proporcionar acceso a la tecnología no es sólo dar a la gente las herramientas que necesitan para tener éxito, sino también crear confianza y darles un sentido de pertenencia en un momento de gran incertidumbre.

El impacto de este proyecto se refleja mejor en las palabras de una madre agradecida cuya familia recibió un ordenador renovado:

“En estos días difíciles a los que el mundo y cada uno de nosotros nos enfrentamos individualmente, no se puede dar por sentado que haya quienes se unan a sí mismos y a sus recursos, a pesar de los retos personales, para ayudar a los demás. Quiero dar las gracias a todos los que tan generosamente nos han donado. Ha sido una gran ayuda. Acudieron en nuestra ayuda y realmente nos salvaron. Estamos seguros de que hay muchas otras familias en nuestra situación, y también están profundamente agradecidas por esta ayuda. Gracias a todos los que han hecho posible esta donación”.

Mediante proyectos como éste, la Embajada Cristiana sigue apoyando a los israelíes necesitados, ofreciéndoles las herramientas y oportunidades necesarias para labrarse un futuro mejor. Con su ayuda, nuestro fondo “Futuro y una esperanza” puede seguir salvando las brechas sociales que aún existen y contribuir a un Israel más próspero.

Done hoy en: help.icej.org/future-hope